Atravesaron la puerta de entrada de aquella casa de pueblo y se quedaron boquiabiertos ante el panorama que se abría ante sus ojos. Restos de comida putrefacta por doquier, ropa mezclada con basura. Posaras donde posaras la mirada, no había un hueco libre en aquella habitación.
Una suciedad maloliente, de tiempo, se acumulaba por todos los rincones, sobre la mesa, sobre los sillones, en las estanterías. Lo peor era el olor, era insoportable, pegajoso, dulzón y espeso, impedía respirar.
A poco que allí se removíera algún objeto, sorprendían los ratones escapando despavoridos, o las cucarachas que paseaban alegremente por el suelo.
Aquello parecía la casa de un síndrome de Diógenes.
La sorpresa, mezclada con la expresión de asco debía leerse en sus rostros, cuando la voz de un hombre, el supuesto dueño de la casa, les sorprendió diciendo:
-No se asusten, esto es la pobreza.
Tardaron en reparar en lo humano, en tres pares de ojos infantiles, arrinconados detrás de un sillón, que en medio de aquel estercolero observaban asustados a los recién llegados.
¿Sabes?, últimamente tengo la sensación de que nada tiene remedio, y no lo digo por cosas como la que cuentas simplemente.
ResponderEliminarUna cultura que permite lo que ha permitido y continúa permitiendo no puede erigirse como faro ni modelo para otros.
Y lo peor de todo es que lo que ha sucedido era una oportunidad histórica para cambiar el rumbo de los acontecimientos y todo sige igual, ¿verdad?
Pero lo que todo el mundo quiere escuchar son buenos augurios y discursos autocomplacientes; eso unos, a los otros les basta con que las cosas vuelvan a su cauce y todo continúe igual. Los tipos que se pasan el día quejándose resultamos molestos para ambos.
“Se vogliamo che tutto rimanga com'e, bisogna che tutto cambi.”
... pues eso (quizá escriba una entrada).
un abrazo
Querido Rai,
ResponderEliminarcomparto esa sensación de la que hablas, desde hace mucho tiempo. Se le llama desencanto, pienso que se está produciendo una involución, casi a todos los niveles.
En cuanto a la idea que impera de nuestra cultura como faro, como veleta que marca dirección, no es más que etnocentrismo.
¿Quiénes han sido los que han erigido nuestra modelo cultural en el culmen al que hay que llegar?. Me recuerda a los evolucionistas.Eso ya está superado, no creo que seamos modelo de nada.Lo he descubierto viajando.
Acabaremos reducidos a la condición de Homo economicus.
En cuanto a los discursos autocomplacientes. No hemos acostumbrado a los cantos esperanzadores de sirena y a la estrategia del avestruz. El fútbol hace un buen servicio narcotizante.
Por otra parte las moscas cojoneras y los que hacen pensar siempre fueron molestos.
Un abrazo
No fue al entrar, sino al salir de aquel estercolero de presentes, cuando los testigos de la miseria se limpiaron la suela de la conciencia en un inmaculado felpudo de IKEA que rezaba, "Bienvenido a la República Independiente de tu Casa"
ResponderEliminarBesos mi Señora, Z+-----